Hay que ser razonables
y olvidarnos, de vez en
cuando,
de la tiranía absurda de la
razón;
La fantasía no puede
explicar
la vida, pero nos regala
cierto
sabor a justicia
que la hace más llevadera.
Siempre podemos elegir
el cristal más oscuro y
triste
para ver el mundo.
Pero sólo sería otra ilusión
disfrazada de sensatez;
la sensatez de los que nunca
se atreverán a vivir su
propio
sueño.
Sin embargo,
siempre habrá quienes,
aterrorizados, culpables,
casi
avergonzados, se animan
a sumergirse desnudos
en las aguas alucinadas
de la fantasía.
Para estos seres
angélicos y locos,
el mundo no cambiará jamás.
Pero si cambiará,
definitivamente
su manera de entenderlo.
Y eso es lo que vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario