jueves, 19 de diciembre de 2013

El chanta

El chanta
                           

Mejor bajate de la mentira
antes que la pena o la vergüenza
estrujen lo que te queda
de alma y los años
se pongan en tu contra.
Mejor bajate ahora
que algo de vos todavía existe.
No sos influyente, no te conoce nadie,
sólo juntás tarjetas ajenas
como si fueran los diplomas
que no supiste conseguir.
Cada mañana te ponés la careta
del hombre importante
y salís desesperado
en busca del negocio que te salve.
Por la noche, volvés a tu casa
con el mezquino botín:
tres o cuatro nuevas tarjetas
y un par de cafés que no pagaste.
Así te convencés que sos importante,
necesario, inteligente,
pero nos sos otra cosa
que una sombra mendigando
atención, apenas
un deslizamiento cruel
sobre la vida ajena, una imagen
borrosa sobre un espejo roto.

Un chanta.

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