¿Dónde resonarán ahora los ecos
de aquellas viejas canciones
que supieron conjurar los miedos
y la ausencia?
Todo es fugaz y evanescente
ahora y sólo el silencio
resuena en los polvorientos recintos
donde los antiguos dioses
miran transcurrir, impasibles,
las aguas del tiempo.
Sus rostros no reflejan
sino tristeza y hastío.
¿Qué ritos habrán de revivirlos
para devolvernos la alegría
y la esperanza?
Ya no hay voces salmodiando
oraciones o batallas,
no hay ya guerreros junto al fuego
templando sus flechas
en la hoguera, ni viejos rapsodas
desgranando historias
de reinos y traiciones.
Nada de ello existe ya
¿Deberemos resignarnos a una vida
sin prodigios ni pasiones?
Sé que en algún bosque escondido
aún podríamos encontrar
el rastro de aquellos seres luminosos
que un día lejano poblaron la tierra.
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